Los alimentos sostenibles destacan por ser respetuosos con el entorno. Entendido así, nos referiremos al ecosistema natural, pero también a los derechos sociales de los productores. Frente al individualismo de la producción industrial, se busca que los beneficios reviertan en el lugar de origen. Si bien siempre es bonito contribuir a un mundo más justo, queremos hacer la pregunta de si esta comida está al alcance de todo el mundo. En este artículo, hacemos una breve reseña de los pros y los contras. Además, desterraremos algunos falsos mitos acerca de estos alimentos.
¿La comida «buena» es una buena comida?
Los alimentos sostenibles, por definición, se comercializan para que el entorno pueda progresar. Lo normal es que se apueste por una producción en cooperativas que centralizan las compras o de pequeños agricultores, dependiendo del lugar. En cuanto a los estándares de calidad, lo normal es que los cumplan correctamente. Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que un alimento sostenible es saludable y, en ese aspecto, no tiene nada que envidiar a un alimento industrial. Eso sí, no hay que confundir el concepto de sostenible con ecológico porque no siempre son equivalentes. Un alimento sostenible puede no ser ecológico y viceversa, porque también entran los canales de comercialización.
El handicap, sin embargo, está en el precio, que aún limita el acceso a estos productos. Los alimentos sostenibles son mucho más caros que los de producción industrial. No deja de tener sentido porque, además de pagar el precio que percibe el productor, estos sistemas producen menos cantidad. Esto no significa que una persona de clase media no los pueda comprar, pero lo notará en el bolsillo. Ahora bien, como el consumidor está concienciado, la producción de estos es cada vez mayor. Las perspectivas son que, en unos años, el peso de estos alimentos en nuestra dieta sea cada vez mayor.
Tipos de alimentos sostenibles
La verdad es que los alimentos sostenibles pueden ser vegetales o animales. Como ejemplo práctico, unas lechugas que se hayan plantado con métodos de abono tradicionales y que garanticen un precio justo al productor ya es un alimento sostenible. Algo similar sucedería con un filete de carne de ternera de una ganadería extensiva o un rape pescado con técnicas tradicionales. Puedes seguir una dieta equilibrada con proteína de origen animal y que sea sostenible, no hay problema. Por contraposición, un alimento no sostenible sería aquel no autóctono que se planta en régimen de monocultivo. El caso de algunos cultivos tropicales es tristemente famoso.
En cuanto a la refrigeración, es importante que no confundas los términos. Un alimento de quinta gama puede ser sostenible porque ya se ha comprado la materia prima en origen. No se trata, pues, de convertirnos en neoluditas, sino de aprovechar las nuevas técnicas de forma racional. Contribuir con tu granito de arena a que el mundo sea más justo es posible, pero de vez en cuando. En los próximos años, probablemente se abarate el precio y pueda ser un estilo de vida. Por lo tanto, y como opción de consumo ocasional, los alimentos sostenibles son una alternativa interesante.