Ahora hablamos de cambio climático y, más allá de esa evidencia, hay que señalar que en el pasado hubo situaciones similares. Quizás mucha gente no sepa esto, pero en Inglaterra, hasta el siglo XIV, se plantaban viñas. La llamada Pequeña Edad de Hielo, que duró hasta 1850, supuso un cambio en los patrones de cultivo. Si eres foodie, te gustará saber cómo los cambios influyen decisivamente en la dieta de las personas. En este artículo ofreceremos unas pinceladas sobre la relación entre cambio climático y gastronomía. Finalmente, hablaremos de la revolución que ha supuesto la refrigeración de los alimentos, aplicada al transporte y conservación.
La dieta durante la Pequeña Edad de Hielo
A principios del siglo XIV, los cambios abruptos en la temperatura en Europa Occidental decantaron los cultivos. Si hasta el momento se cultivaba vid prácticamente en todo el continente, a partir de ese momento se eliminó. Esto tiene lógica, puesto que la viña es un cultivo mediterráneo y necesita de un balance pluviométrico moderado. A partir de 1315, se sucedieron períodos de inestabilidad climatológica que conllevaron hambrunas. Aunque la temperatura global en el Hemisferio Norte no bajó más de un 1 º C de media, las consecuencias fueron importantes. Solo así se puede entender el impacto de la Peste Negra de 1347.
La pérdida de población que implicó la Peste Negra permitió que, durante el siglo XV, las generaciones supervivientes fueran consumidoras de carne en cantidades inusuales. En cualquier caso, el primer cambio cualitativo se da con la introducción de cultivos de origen americano. La versatilidad de la patata, por ejemplo, que se introduce durante el siglo XVII, permite que la población aumente su ingesta de hidratos de carbono. Este cultivo se podía dar en todas las zonas templadas del continente. Paralelamente, hay una mejora en las técnicas de cultivo que aumenta los rendimientos.
El cambio climático en la alimentación hoy
A mediados del siglo XIX finalizó la Pequeña Edad de Hielo, pero no los cambios en el clima. De hecho, en zonas donde tradicionalmente no se podían plantar especies exóticas, hoy es posible. Los invernaderos permiten el cultivo de especies tropicales en el sur de España. Mientras, en la provincia de Pontevedra se cultivan kiwis, una especie de origen neozelandés y clima mediterráneo. Podemos ver, por lo tanto, que pequeños cambios en la media de temperatura revolucionan los cultivos. Hoy, es posible cultivar prácticamente cualquier especie en las zonas templadas del hemisferio norte.
Además, hay que destacar la importancia de la extensión de la electricidad. De esta forma, los alimentos se podían refrigerar y transportar más lejos. La introducción de esta tecnología supuso ganar la batalla al clima y, de alguna forma, romper la dependencia. Hoy en día, no supone un gran problema que en nuestra zona haya hecho mal tiempo, porque seguiremos teniendo patatas o manzanas. En los últimos años, hay un movimiento de volver al producto de origen, conocido como slow food. El riesgo del cambio climático está en la desertificación de varias zonas del planeta y en el aumento del nivel del mar.