La dieta paleolítica está de moda. En el mundo de la cocina, de los hábitos de vida en general y de las distintas tendencias de vida y hábitos de consumo, en los últimos años hay una idea que ronda y, poco a poco, va ganando más peso. La dieta paleolítica parte de un principio claro en cuanto a cocina y productos que podemos consumir: nada de procesados. Se trata de consumir toda clase de alimentos sin que ninguno de ellos sea procesado. De tal forma que consumiremos los productos por así decirlo tal y como se encuentran en la naturaleza. Sí, eso influye también en su concepto de cocina: nada de procesados horneados, por ejemplo. Es decir, nada de pan, bizcochos, salsas o cualquiera de estas cosas.
La dieta paleolítica: aspectos controvertidos
Como todos los hábitos de consumo específicos, en general parte de una idea sencilla. Tal idea es: el ser humano lleva a cabo una alimentación antinatural, hay que volver al origen. Para los veganos es el «los animales no consumen leche, en consecuencia no es natural» y para los defensores de la dieta paleolítica el argumento es que «nuestros antepasados no lo hacían». En el caso de la dieta paleolítica digamos que es más complicado. Todo se basa por así decirlo en clichés sobre la época prehistórica. Seguramente contara poco la cocina para estos antiguos parientes. Sin embargo, hay cosas que se incluyen y no tienen razón de ser.
Decimos que está basada en algunos clichés por una razón obvia. Para empezar, la prehistoria era una época donde la dieta estaba apegada estrictamente a los productos que hubiera en una tierra en concreto. Si, por ejemplo, residías en la zona de Atapuerca comerías lo que haya en Burgos. Esto, que parece a todas luces evidente influye de manera decisiva en el tipo de dieta que tengamos. En el Paleolítico los humanos éramos cazadores recolectores.
Hasta ahí todo correcto. Sin embargo, lo que recolectábamos era lo que había, lo que cazábamos igual. Nuestra cocina podía ser profundamente aburrida o monotema según dónde vivieran nuestros antepasados. El caso más cercano nos lo puede dar la antropología. Algunas tribus de la parte occidental de Estados Unidos, nativos americanos, se atiborraban a mejillones. No tenían ninguna otra fuente de proteínas, por ejemplo. Por ello, la dieta paleolítica es más bien una forma de consumir los alimentos que una dieta en sí.
Más (o menos que una dieta)
Por otro lado, hay aspectos que no encajan. Sí permite consumir frutos secos o fruta en general pero no permite consumir legumbres. Es más fácil consumir legumbres que carne, de hecho. En la prehistoria seguramente fuera más sencillo dejar en remojo unas legumbres para poder comerlas a los 2 días que encender un fuego. No entendemos, por tanto, porqué dicho consumo está restringido. De la misma forma, todos los recursos eran aprovechados, hasta el tuétano. Si alguna vez cazaban un animal hembra y preñada, consumirían su leche.
Tal y como hemos dicho, no se trata de consumir muslos de ciervo ni de desmontar nuestra cocina y poner una hoguera. Más bien se trata de elegir la forma en que consumimos nuestros alimentos y aquellos que elegimos. Fundamentalmente, eliminar cereales, legumbres y procesos de cocina o manipulado como el horneado. Existen múltiples guías hoy en día que pueden ayudarnos a profundizar en este tipo de «dieta». Nosotros os podemos dar unas cuantas ideas a través de nuestra tienda virtual. Podemos garantizar que, si alguien del paleolítico hubiera probado nuestra pierna de lechal confitada se hubiera pasado a la dieta del siglo XXI, eso sí.