La cocina solar queridos Foodies es exactamente lo que todos estáis pensando: cocinar con el calor del sol. ¿Es esto posible? Lo desvelaremos en este post. Ahora va a resultar que Apolo, el dios del Sol, es todo un cocinillas. Porque cuando decimos cocinar decimos todo lo que incluye cocinar. Es decir, no nos referimos al típico huevo a la plancha hecho sobre el capó del coche. Cocinar en este caso debe incluir todos los procesos posibles que podríamos hacer en cualquier otra clase de superficie. La cosa se complica más todavía por lo que parece, ¿verdad?. En efecto, la cocina solar supone un reto a nuestra imaginación y en general a todo el mundo de la gastronomía. Vamos a explicar un poco más de ella. Aunque si lo que buscáis es no complicaros y no cocinar con calor echad un vistazo a estas sugerencias.
La cocina solar: principios
La cocina solar parte de dos principios fundamentales: ser una forma de cocinar limpia y sana y además poder ofrecer una alternativa barata a las regiones más pobres del planeta. Efectivamente, la cocina solar no se trata del nuevo entretenimiento de la gente que no sabe qué hacer con su dinero. Es una alternativa muy seria que de hecho se está implantando en algunas regiones pobres del mundo.
Para cocinar los alimentos posee dos métodos. El primero es el método de conservación de calor. La cocina solar utiliza unas cajas aisladas térmicamente que permiten acumular gran cantidad de calor en su interior. Estas cajas se emplean como hornos, vaporeras o conservadores de temperatura. En algunas partes pobres del mundo son una gran alternativa a los hornos convencionales, tanto los eléctricos como los que emplean algún tipo de combustible.
Otra de las formas que tiene la cocina solar de preparar sus platos es por concentración de calor. Mediante una especie de antenas parabólicas el calor que irradia el sol va concentrándose sobre un punto. Este punto con alta concentración de calor haría las veces de «fuegos» en nuestra vitrocerámica. La temperatura puede ser considerablemente elevada de esta forma.
Dicha parabólica está hecha de materiales reflectantes. Dispuesta de forma cóncava hace que todo el calor se proyecte sobre el punto central. Genera con ello una temperatura suficiente para hacer hervir el agua o permitirnos hacer frituras o guisos.
Ventajas e inconvenientes
La cocina solar puede convertirse en un gran instrumento para la población con menos recursos del planeta. Sin embargo, posee algunos inconvenientes. Para empezar, es difícil controlar el tema de la temperatura. Para el caso de las cajas u hornos esto no supone un inconveniente grave. Cuando queramos lo abrimos y listo. Sin embargo, para sus particulares «fuegos» resulta un estorbo. Controlar la temperatura de un guiso es fundamental. De hecho, hay recetas que lo requieren, y sospechamos que son muchas. Una tortilla de patatas sería complicada de hacer.
Por otro lado, su mayor inconveniente es que nos condena a cocinar de día. Por añadido, en días bien luminosos. Es una alternativa para el verano y la primavera (según el caso). Para colmo, la típica nube larga e inoportuna puede hacer que nuestra paella se quede a medias.
La ventaja más sustancial por tanto la encontramos en lo asequible que resulta. En países del Sur donde el sol es abundante y copioso puede ser una forma muy interesante de aplacar la falta de recursos. Si os interesa, no dudéis en consultar más información sobre el tema.
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