El mercado de San Miguel es sin duda el más popular de la ciudad de Madrid. Es de hecho un reclamo por sí mismo para visitar esta ciudad. Tal y como ya os dijimos en nuestro post dedicado al mercado de La Boquería, vamos a darnos una vuelta por algunos de los mercados más atractivos de nuestro país. En esta segunda entrega y por petición popular nos desplazamos al castizo mercado de San Miguel.
Mercado de San Miguel: un poco de su historia
El mercado de San Miguel es, en cuanto a su emplazamiento, un lugar histórico. Ya en la Edad Media el espacio que ocupa actualmente dicho mercado servía para el intercambio comercial. Era allí donde se colocaban los artesanos y vendedores a intercambiar sus mercancías por dinero. Esto se debía a que, en las ciudades medievales en torno al centro se iban instalando los distintos burgos. Dichos burgos eran las zonas que concentraban a los distintos artesanos dedicados a una u otra labor. Finalmente todos confluían en un espacio central que hacía de mercado. Dicho emplazamiento, como hoy en día, estaba cerca de la Plaza Mayor.
Esta situación perduró hasta que durante la etapa napoleónica se mandó derribar en la plaza del mercado la llamada Ermita de San Miguel. A partir de entonces, la plaza ganó espacio para el mercado y este adoptó el nombre de la anterior construcción. Durante todo el siglo XIX será un mercado al aire libre especializado en pescado. Posteriormente, tras numerosas vicisitudes empezó a convertirse en mercado cubierto a principios del XX.
Este éxito inicial se vio eclipsado por el auge de las grandes superficies y las franquicias en general. Pusieron en peligro el modelo de mercado tradicional y de hecho el mercado de San Miguel estuvo a punto de desaparecer. Fue en pleno siglo XXI cuando volvió a reactivar sus actividades para bien de todos los vecinos.
¿Qué podemos encontrar en él?
El mercado de San Miguel es una mezcla perfecta de lo clásico y lo contemporáneo. Clásico porque no deja de ser un mercado que hace de punto de reunión para la gente sencilla. Contemporáneo porque es capaz de ofrecer lo más avanzado de la gastronomía y un concepto culinario que está a la altura de los tiempos. Alejándose poco a poco del concepto de bodeguilla y tasca, el mercado de San Miguel puede ofrecernos lo tradicional y lo sofisticado al mismo tiempo.
Toda su zona acristalada contribuye a hacer de él un espacio inmejorable. Gracias precisamente a lo clásico de su diseño ha sido posible crear un espacio que, de haber sido diseñado por completo en la actualidad, no habría tenido tan magníficas características. Es de agradecer que se conserven espacios así: las cosas no se hacen como antes. Por ello hay que conservar estos sitios. Lo cierto es que en Madrid desgraciadamente no ha cundido mucho el ejemplo.
Por lo demás, es un gran sitio para perderse. Para todos los aficionados a la gastronomía diremos que es de hecho un sitio donde encontrar curiosidades de todo tipo. Podremos degustar algunos de sus productos antes de volver a visitar el resto de la ciudad. Sin duda, una visita muy recomendable.
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