Los mercados de abastos ganaron infraestructuras fijas coincidiendo con el desarrollo urbano en el siglo XIX como punto fijo de comercio de alimentos. Lugares de intercambio como la Boqueria en Barcelona, o San Miguel en Madrid, existían desde el Renacimiento, de forma más o menos informal. En los últimos años, existe una tendencia que busca la especialización en determinadas actividades y, en algunos casos, estos recintos se han reconvertido. La apuesta por ofrecer algo novedoso hace que estos recintos se revaloricen y sean una atracción comercial y turística más de las ciudades. Vamos a ver cómo los mercados de abastos se actualizan y lo que tienes que conocer como foodie.
Mercados en ciudades pequeñas
En las ciudades pequeñas, el Mercado Central sigue siendo uno de los principales puntos de adquisición de mercancías en la ciudad, situado normalmente en el centro. Casos paradigmáticos son los de Santander, Lugo, Ourense o Zamora, que son capitales de provincia. En varios de estos lugares, como en el caso de Lugo, suele haber dos zonas: una de puestos fijos y una zona donde agricultores venden sus productos determinados días. Como se trata de ciudades que, en el mejor de los casos, no alcanzan los 200.000 habitantes, no existen una especialización tan definida.
De hecho, un caso curioso de los mercados de abastos es que, en el mismo recinto, coinciden a pocos pasos carnicerías o pescaderías tradicionales con tiendas de productos gourmet. La razón de esta convivencia es que existe público para los dos tipos de cliente, dado que no hay masa crítica para una mayor separación de zonas. El cliente tradicional de edad avanzada que vive en el centro de la ciudad acude por costumbre a los puestos de siempre. Por contra, el cliente joven de clase acomodada solo va si tiene la seguridad de que puede comprar algo que no va a encontrar en el supermercado.
Mercados en las grandes ciudades
En las grandes ciudades, hay una realidad dual con respecto a estas infraestructuras. Como en estos casos, sí hay una masa crítica suficiente, las opciones son dos: apostar por ser centro comercial de barrio o especializarse en un segmento. En casos como el de A Coruña, por ejemplo, existe una red de mercados municipales que cumplen con la función de centro comercial de su zona. En cambio, en las grandes ciudades, sí ha habido una especialización en función del caso, de ahí que antiguos centros pasen a comercializar productos exóticos o convertirse en lugar de degustación gourmet.
El caso de Barcelona es paradigmático, y lo podemos ver en los mercados de la Boqueria y el Ninot. La Boqueria está especializada en productos exóticos difíciles de encontrar en otras partes de la ciudad, aunque sigue habiendo paradas tradicionales. Algo similar sucede en el Ninot, aunque su ubicación en L´Eixample hace que, además de ofrecer la posibilidad de degustar y tomar un vino, se puedan hacer las compras del día a día. Por otra parte, sigue existiendo una estructura de mercados municipales de barrio, aunque la tendencia es la de que estos puestos ofrezcan productos con un valor añadido.