Lo cierto es que pocos platos son tan sencillos y a la vez tan populares como la tortilla española, también llamada de patatas. Existe controversia sobre su origen, pero sí lo podemos situar durante el siglo XIX. En todo caso, la tortilla clásica con huevos ya se cocinaba tanto en Europa como en Mesoamérica en el siglo XVI.
El aporte de nutrientes lo convirtió en un plato popular y fácil de cocinar. En el siglo XX, y con la extensión de la hostelería de masas, pasó a ser ración o tapa habitual de bares y restaurantes. En todo caso, sigue siendo un plato de extracción popular y barato.
Historia de la tortilla española
Existe un cierto consenso en situar el origen de la tortilla española a principios del siglo XIX y en el norte de España, concretamente en Navarra. En todo caso, su origen es tardío y se debe a que, paradójicamente, España fue uno de los últimos países de Europa en extender el cultivo de la patata. Solo durante el reinado de Carlos III, en torno a 1785, se apostó decididamente por su cultivo. La ventaja es que, al ser barato, triunfó rápidamente como sustitutivo de otras fuentes de carbohidratos. Eso sí, en un primer momento, se cultivaron preferentemente en zonas del norte del reino.
Más allá de cuestiones legendarias, su consumo se popularizó durante la primera mitad del siglo XIX porque resultaba relativamente fácil de cocinar con los productos de la zona. Como en muchos otros casos, al principio la tortilla española fue un plato de clases humildes en el que se hacía de la necesidad virtud. La patata era más barata que los huevos y, por lo tanto, contribuía a que la tortilla cundiese más. A diferencia de la tortilla clásica, la tortilla española aportaba carbohidratos en abundancia. Hay regiones en las que, en un primer momento, se intentó fabricar pan con patatas.
Cómo cocinar la tortilla española
Hay prácticamente tantas formas de cocinar la tortilla española como cocineros, y depende del gusto de cada quien. Lo cierto es que es un plato fácil de cocinar, pues se necesita una base de patatas, unos pocos huevos batidos, sal, aceite y, en la mayoría de los casos, se añade cebolla. Existen otras versiones en las que añade pimientos o calabacines, al gusto del consumidor. En la mayoría de los casos, lo principal es que se guarde una cierta consistencia. Es uno de los alimentos de quinta gama más característicos, puesto que se puede refrigerar y calentar.
Por mi experiencia personal, puedo decir que he probado varios tipos de tortilla española. En varias zonas de España, existe preferencia por la tortilla poco hecha, entendiendo tal concepto como que el interior sea jugoso. En otros casos, el cliente busca una mayor consistencia y grosor, especialmente en el norte. Finalmente, algo que valoran la mayoría de las personas es el equilibrio entre todos sus ingredientes. La tortilla española es un plato gustoso y una solución práctica, siempre que se sepa cocinar bien.